MI PADRE: JOSÉ LÓPEZ GARCÍA:El CALERO
José nace en Lucainena de las Torres en el año 1917.
Su padre trabajaba, por entonces, en las minas de hierro de esta localidad, principal fuente de ingresos en la mayoría de las familias.
Años más tarde sus padres se trasladan al cercano municipio de Turrillas donde se dedican a la producción de cal para blanqueo de fachadas, la famosa cal de Nijar y su distribución por los pueblos colindantes a lomos de caballerías, de ahí le viene el sobrenombre o apodo de “Calero”. José creció, y vivió allí durante 40 años en este pueblo, también se casó. Siguió en él cultivando ese duende dormido que siempre llevó dentro, su amor por la música y su veneración por el acordeón.
Curiosamente, no fue este su primer instrumento musical sino una flauta y más tarde un laúd que adquirió Almería capital. Para ello, siguió ese ritual antiguo y admirable de pedir permiso a su padre. Una vez concedido calza sus albarcas, su traje de pana y sus únicos zapatos para cruzando toda la Sierra Alhamilla hasta Almería en cuya única casa de música, Sánchez de la Higuera, compra su deseado laúd y a partir de entonces no había minuto libre que no aprovechase para rascar dicho instrumento. Era tal su tesón que cuando por las noches venia de su duro trabajo lo primero que el hacía era sentarse en su rincón de fuego y tocar su laúd hasta bien entrada la noche.
Así transcurren varios años tras los cuales decide un día marchar a Sevilla con el fin de mejorar su situación económica, no es un período destacable de su vida a no ser por una anécdot,a ocurrida en su viaje, digna de mención.
Marcha, con otros dos jóvenes de la localidad en tren con destino a Sevilla aunque hubo de quedarse en Carmona por que el dinero que llevaba no daba para más, los otros dos jóvenes no le ayudaron y hubo de pernoctar en la estación.
El quería llegar a Sevilla, por encima de todo, y comenzó a pedir limosna en la misma estación. Cuando creyó suficiente lo recaudado marchó a la ventanilla donde su esperanza volvió a truncarse ¡ le faltaban 25 céntimos – un real – el mundo se venia debajo de nuevo, cuando un señor se le acercó y le dio ese real milagroso que le llevaría a la Capital de Andalucía.
No le fue muy bien, echaba de menos su tierra. Así que andando y con cinco duros en el bolsillo volvió a ella de nuevo. Allí le acogieron sus caleras, su familia y sus muchos amigos.
Decidió entonces ahorrar y con mucho esfuerzo compró un acordeón, su soñado acordeón que antes no pudo comprar por falta de dinero.
Inició entonces una nueva etapa de su vida en la que su instrumento tuvo mucho que ver.
Autodidacta, y sin conocimientos de solfeo pero con muchas ganas y más fe consiguió alcanzar un buen nivel con este instrumento musical adquiriendo gran reputación y fama en toda la comarca de Alhamilla–Níjar.
Entones todos los cortijos estaban habitados. Allí lo llamaban para amenizar una comunión, una boda, un bautizo o un famoso “velatorio”, reunión de mozos y mozas casaderas, donde se bailaba, se bebía y la gente divertíase hasta la madrugada. Era tal su profesionalidad que a donde requerían su presencia iba no importándole día ni hora.
Muchas veces de noche con un burro y un hacho de esparto andaba la sierra hasta el término de Níjar para volver de madrugada y ponerse a trabajar, en las caleras.
Ni un solo día de trabajo perdió después de tocar toda la noche. Tal era su afición y pasión por la música que muchas veces tocaba gratis, otras le pagaban.
¡Cuantas veces decía a sus hijos "Hijicos" la música nos ha quitado mucha hambre en esta vida". Años más tarde hizo un local en Turrillas para celebrar bailes en los días de fiesta y en las fiestas patronales, acudían mozos y mozas de pueblos y cortijos vecinos. Los "halógenos" eran candiles de aceite y carburos, la pista "lajas" de piedra en donde los tropezones cundían pero la felicidad y alegría también.
Tras esta época su espíritu aventurero le llevó hasta Almería capital donde se jubiló a los 60 años, por estar mal de la vista, dedicándose a partir de entonces a tocar en salones de baile y a dar clases de acordeón y órgano. Formó a varios acordeonistas que amenizaban en los años 90 locales de baile como "El Potro", Campo Hermoso y Aniceto entre otros.
Viose recompensado en sus últimos años por sus genes musicales por un nieto suyo, Emilio J. Fenoy López que siguió el camino de su afición, poder y voluntad y su amor por la música ya que realza estudios de violín y ocupa hoy día la Cátedra de violín del Conservatorio Superior de Música de Murcia.
Cuando estudiaba siempre se divertía mucho con su abuelo pues siempre le decía: "Emilico tú no serás un buen músico hasta que toques la carrascosa" una especie de pasodoble muy antiguo, que el consideraba difícil y prueba fundamental para ser músico. Su nieto le daba la razón y el quedaba satisfecho.
José “El Calero" siguió tocando el acordeón hasta el final de sus días y hoy es recordado con cariño y admiración por quienes le conocieron y le escucharon en tantas y tantas veladas musicales.
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